viernes, 31 de mayo de 2013

Aventuras en la Ruta de los Peces (I)


Tras volver de las vacaciones de Semana Santa para encarar mi recta final en Hull, descubrí que lo haría en un clima relativamente benigno.

Bueno, yo no tengo cola, pero todo lo demás se me ha helado en el cruento y largo invierno hullaliano.
Y es que en Hull, en invierno y también en esa prórroga que ellos dan en llamar primavera, hace más frío que en la famosa pero inédita comunión de Pingu.
Y fue entonces cuando decidí que había llegado el momento de redefinir mi relación con la ciudad, maltrecha tras una concatenación de inclemencias meteorológicas, mala suerte y catastróficas desdichas.

Básicamente, de buenas a primeras me di cuenta de que una buena parte de la ciudad seguía por explorar. St Stephens, Albion Street, la galería Ferens, Princes Quay y los inicios del casco antiguo estaban bien, y algún vistazo le había echado a la Marina, pero aquello no era suficiente. 

Y se me ocurrió meterme en la oficina de Turismo. Anunciaban un rollo raro llamado Fish Trail que me recordó al certificado que una amiga aquí tenía en su tablón de anuncios. 

Find the fish, explore the city.


Así que fui y pedí mi mapa al señor de la oficina, que me preguntó cuánto tiempo pensaba quedarme en la ciudad y me dejó en la puerta muy contento, como si yo le pareciese muy graciosa. La pobre guiri esta, con su ropa de faenar, su plaquita de la escuela Asdfghj Asdfghj colgando y su delicioso acento internacional*.

* Ah, sí. Internacional no porque yo sea cosmopolita, que también, sino porque aquí pocos han pillado mi nacionalidad a la primera. En ocho meses aquí, he sido polaca (porque en Hull, si no eres británico, hay grandes posibilidades de que seas polaco), francesa, holandesa, finlandesa y sueca. Solo saben que eres español si ya han tenido contacto previo con ejemplares de Homo Hispanis.

Y ahí estaba yo, sabéis, con mi mapa en las manos y mi corazón lleno de anhelos e ilusiones. Cuarenta y un bichitos marinos dispersos por el pavimento de Hull, creados en 1992 por el artista Gordon Young en un intento de transformar la exploración de la ciudad en una especie de búsqueda del tesoro. La realidad es que a todo el mundo se la suele traer muy floja la Ruta de los Peces, a los locales los primeros. Todo aquel que me conozca un poco sabe que a mí estas cosas me vuelven loca, y es que yo soy de ese tipo de personas que se apuntarían a un bombardeo nuclear solo por no perdérselo.

Además, ¡era tan fácil! Dos pasos, hop y hop, fuera de la oficina de Turismo y pumba, ya había encontrado a mi primer amiguito.

Boquerones (anchovies)

Y ya pensando en esta entrada, decidí que el procedimiento a seguir sería el siguiente: por cada pez, una foto del susodicho y una foto fotos de lo que podías ver a tu alrededor. Así pues, junto a los boquerones puedes ver...

Con todos ustedes, el corazón de Hull. Ahí podéis ver el monumento a la Reina Victoria, y el Museo Marítimo, donde trabaja el encargado de museo más adorable del universo, entre otras atracciones. A la derecha está el centro comercial de Princes Quay y la galería Ferens.
Esta curiosa escultura celebra la creación de la Red Nacional de Bicicletas.




Dicho y hecho, encontré el número 3 enseguida.

Bacalao (Cod)

El centro comercial Princes Quay y, un poco más abajo, la galería de arte.

Otra vista desde la que podéis ver el palacio municipal.o city hall.
¿Qué decís?

Ah, que me he saltado el número 2. La langosta.

Sí, bueno. 

Es que no la encontré ni a tiros. No aquel día. De hecho, pronto me vi saltando al número 40...y luego al veintipico...realmente, al que buenamente encontrara primero...y es que no sé si os lo he comentado ya, pero se me dan muy bien los mapas.

¿A que ya estáis esperando la siguiente entrada? ¿A que sí? Porque ese es el lado bueno de que me des un mapa y yo me quede igual. Que la aventura se alarga.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Hull is (not?) dull

¡En su momento creo que no llegué a decir dónde demonios había ido a parar! (Yo y mi paranoia celo por la privacidad, ligeramente incompatible con tener un blog.

Pues bien, allá por...¿junio, julio? del año pasado, un buen día me llamaron de la que no iba a ser mi escuela y, más o menos, me dijeron:

Hola, mira, somos el colegio Asdfghj Asdfghj, en Kingston upon Hull y bla, bla, bla niños bla, bla, bla niños...

Ajá. Kingston upon Hull, ¿eh?

Encantada, encantada.

¡Yo que había dado por sentado Leeds, Sheffield, York! (¡Las tres únicas ciudades que conocía en Yorkshire!) ¿Adónde demonios me habían mandado?

Pero que no cunda el pánico. Una búsqueda en Google y seguro que salen cosas chulas de la ciudad, como por ejemplo...

Hull is dull

Etc.

Pues vaya.

Y cuando, no contentos con asignarme esta ciudad, resultó que encima de todo no me iba a Pekín, la emoción fue en aumento.

El primer año fuera de la facultad y, ¿qué iba a ser yo?

Auxiliar de conversación. Es decir, docencia.

En Hull.

Digamos que mis planes se habían visto ligeramente alterados, algo a lo que hasta entonces, la verdad, no me había enfrentado con la suficiente frecuencia. Afortunadamente eso también iba a cambiar durante el año.

¡...Pero esta historia la cuento ya desde el otro extremo!

¿Cómo es Hull realmente?

Desde luego, no es Londres. Si lo que queréis es leer sobre Londres, id al blog de alguien que haya estado allí.

Y tampoco es la ciudad más bonita de Inglaterra, no. Qué le vamos a hacer.

Pero tampoco es tan sosa. Ni el agujero que describían en esa noticia de la BBC y otras páginas. Y la gente (y esto no solo lo digo yo, lo dicen también los pocos amigos británicos que he hecho en mi tiempo aquí) llega a ser muy amable y simpática.

De hecho, ¡en Hull también hay museos que visitar y cosas que hacer!

Pronto os hablaré, por ejemplo, de la Ruta de los Peces. ¡Esa que me ha llevado cuatro días completar! La culpa es del mapa, claro.

Porque a ver si yo no sé utilizar un mapa. Por favor.

Stay tuned.











martes, 28 de mayo de 2013

Regreso, imágenes, desde ahora

Früit, Kingston upon Hull, 23 de mayo. El guitarrista de Coasts, banda indie de Bristol, en plena actuación.


...Y ahora que mi tiempo en Reino Unido acaba, voy yo y vuelvo a la carga con este blog.

¿Y de qué voy a hablar? 

De mi experiencia aquí. Ocho largos meses que han dado para mucho.

Ocho meses, nada menos, en algún punto de los cuales dejé de escribir porque...bueno, porque para lo que tenía que decir en aquellos momentos, mejor lo dejaba estar.

Ha habido de todo en este tiempo.

Una nueva ciudad, experiencias muy malas, experiencias muy buenas, lugares que he visitado, personas que he conocido. En la maleta llevaba mis expectativas, mis ilusiones, mis recuerdos de casa y de mi mundo anterior y mi identidad. Una identidad que no pocas veces, a lo largo de este año, se ha apoyado en mi universo y en muchas de las personas que lo componían.

Hemos tenido una relación muy especial, esta ciudad y yo. Y ahora que pronto voy a abandonarla, me vienen a la mente mil anécdotas en ella.

Así que espero poder contaros algunas. Tengo todo el verano por delante, ganas de escribir y algunas fotos interesantes. 

Y en cualquier caso, esta solo es una parada más. Nada más, y nada menos. La inmediatamente próxima es Bélgica. 

...La siguiente, ¿quién sabe?




sábado, 10 de noviembre de 2012

Hola, adiós, thanks y sorry, love, you allrite?

¡Hola a todos! Aunque desgraciadamente no actualizo con la frecuencia con la que debería (estamos trabajando en ello, disculpen las molestias), no me olvido de que tenía un blog. Un blog de viajes. Un blog sobre la vida después de licenciarse en Traducción e Interpretación. 

Por lo primero...lo de los viajes, digo, no os preocupéis. Para no faltar a mi promesa, me raspé un viajecico a Londres en las vacaciones del Half Term. Que yo no quería, pero hombre, me parecía lo mínimo, después de adquirir los billetes de tren ese compromiso con vosotros.

Anda, no, no me miréis así, que me hacían falta unas vacaciones como el comer...Además,  haré algún post rebonico sobre la experiencia.
Y por la vida después de licenciarse, tampoco sufráis, que la estoy viviendo pero bien, hamijos, con todo lujo de detalles; los buenos y los malos. La verdad es que mi vida ha pegado un cambio de los gordos, con lo cual no siempre estoy satisfecha. Pero, como dije, una tiene que agarrarse a lo positivo y seguir muy agradecida por lo que le ha caído en suerte...

¡En fin! Vamos a dejarnos ya de marimoñadas, ¿no os parece? Vamos a pasar a la chicha. La de hoy es una entrada en la que voy a hablar de palabras. De las palabras que los españoles usamos y los británicos no, o no tanto, y viceversa. Que yo no sé vosotros pero a mí al menos me trajo muy loca así de primeras.

Bla, bla, bla, bla. Parole, parole, parole. Disculpadme, para soltar la mano después de tanto tiempo sin entradas estoy metiendo mucho gif random de por medio.
Desde que llegué a Reino Unido, he observado que estos tíos y yo no hablamos igual. Es un hecho, vaya. Yo no digo que mi forma sea mejor que la suya, o al revés. Simplemente, no es lo mismo. ¿Jugamos a buscar las siete diferencias?

  • ¿Qué se dice al entrar a un sitio, cruzarte con alguien por los pasillos o moverte por un lugar? "Hola", ¿verdad? Y, ¿qué se dice al marcharse? "Adiós", ¿a que sí?
Pues no. Economía y austeridad en el lenguaje, gente. No se dice nada* y en paz. 

Por supuesto, esto los españoles no lo sabemos de entrada. Para cuando nos hemos adaptado a entrar y salir silenciosos como ratoncitos, llevamos ya seis semanas en el lugar y aún nos sentimos incómodos por pasar del saludo, por lo que más de cuatro veces seguimos aferrados a él como pardos.

...En realidad, esto tiene una explicación. 

Básicamente, los británicos ahorran energías, saliva y cuerdas vocales para estas dos palabras de oro: sorry y thank you. A lo largo del día, pueden utilizarlas como 1000000000000000000 de veces, en situaciones de lo más variopintas y no siempre obvias, por lo que imagino que hacen bien en estar preparados para la jornada. 
En un principio, esto no me supone ningún problema. Eso sí, ¿os he comentado que últimamente me había hecho el firme propósito de no disculparme tanto por todo? Pues estoy en el país idóneo para quitarme la manía, macho.

Ah, y sobre el you're welcome obvio que se te viene a la boca cada vez que te agradecen algo: creo que soy yo la única que lo dice siempre. 

Also, el otro día fui al Poundland a buscar maquillaje barato y que a ser posible no me abrasara la piel para Halloween. No lo encontré, pero igualmente compré chorradicas variadas, y al llegar al cajero y pagar, el dependiente me sorprendió con este apelativo:

-All right, thanks, have a good day, love!


...Tee-hee!
Una vez pasados un par de segundos, reparé en que:

a) Le había dicho lo mismo a la señora china de setenta años mínimo que iba detrás de mí, y también a la que me precedió.

b) Tampoco era ningún príncipe hipster, el dependiente (los hipsters aquí en Hull existen pero no gustan en exceso, por lo que parece; ¡hola, licenciados en TeI por la FTI-UGR, bastión granadino de los modernos!).

En cualquier caso, la compañera de nuestro amigo, el dependiente amoroso, se cachondeó de él, así que quizá este era un poquito twee, si bien experiencias posteriores me hacen inclinarme definitivamente por la hipótesis de que no; love y su equivalente adverbial lovely es otra de esas palabras que no se les caen de la boca a los ingleses bien educados. 

Y last but not least, estoy bien, mis queridos lectores. Estoy bien, bien, bien, bien. Y aunque en un principio no se dieran las circunstancias para ello, acabaría por estarlo, aunque solo sea por no decepcionar a los que me lo preguntan a diario.

You all right?
You all right?
You all right?
You all right?

Al principio, pensé que tenía monos en la cara.




...Ahora ya sé que es una frase cotidiana, por lo que respondo con el yeah, fine, thanks de rigor y, generosa como he sido siempre, incluso devuelvo la preguntita. De propina. Cos I'm that cool.

¡Pues nada! Una entrada un tanto low-key, lo sé, pero al menos he regresado y prometo volver a subir el listón en las siguientes. XOXO!

*En las situaciones básicas en las que se aplica el hola, los británicos, o al menos los que yo conozco, saludan con un morning. Es más, algunos incluso intentan vivir la experiencia española y ya me saludan cada vez que me ven. He dicho que son (somos) distintos, no maleducados, mind you...

sábado, 13 de octubre de 2012

Los traductores (e intérpretes) (también) se adaptan

¡Hola a todos! Como podréis comprobar por estas palabras...

¡ESTOY VIVAAAAAAA!

No fue fácil, sin embargo. En el lapso de estas dos tres semanas me he enfrentado a toda una serie de aventuras, imprevistos, desmanes y locuras que, en no pocos momentos, me han hecho temer muy seriamente por mi integridad...
De acuerdo, quizá esto sea exagerar un poco...
O un mucho. 

...En cualquier caso, no ha sido coser y cantar desde que llegué aquí. Podríamos decir que este está siendo el otoño de las adaptaciones. ¿Adaptarme a qué?


  • A otra cultura. Sinceramente, podéis poner los ojos en blanco todo lo que queráis (de hecho, antes de venir aquí esa habría sido mi reacción), pero esto no es ninguna mentira. Por supuesto, no hablamos del choque que habría supuesto China o cualquier otro país fuera del universo occidental. No se me ocurriría compararlos. Así y todo, en verdad os digo, hermanos, que llegas aquí y lo que te encuentras no es tu casa, tu cultura, tu forma de ver la vida. Hacedme caso, aunque es muy posible que ya lo hayáis averiguado por vosotros mismos en algún momento de vuestras vidas.
¿Qué destacaría en este apartado? Pues, por ejemplo, los horarios. Aquí se levanta uno a eso de las siete o las ocho (¡si no hay que trabajar, claro está! ¡Y yo trabajo! Con un horario más que razonable, pero trabajo). ¿Ya te has sacudido las legañas de los ojos? Pues a desayunar se ha dicho, pequeño saltamontes, pero no lo retrases mucho o se te va a juntar con la comida a las 13. Y olvídate de merendar. A la hora a la que tú solías atacar el armario de las magdalenas en España, estos muchachos están calzándose la cena. Y es que, ¡sorpresa! A la hora a la que tú cenas (o, en mi caso, piensas que en un rato ya toca), es muy probable que ellos ya estén cantando aquello de: Buenas noches, hasta mañana, los Lunnis y los niños británicos se van para la cama. 

Necesitaba una foto de relojes, y estoy intentando usar más mis propias imágenes. ¿No son monos estos relojes? Caros como ellos solos, eso sí. La tienda es guapísima, creo que te cobran por eso también.

Para mí no es nada fácil. A ver, que funcionaban así ya lo sabía yo desde hace siglos. Pero eso no quiere decir que mi barriga esté por la labor de recibir el carburante a horas inusitadas. Y en estos días, siempre en vano, he tratado de recordar cuántos años han pasado desde la última vez que yo me acosté a las once de la noche. Como digo, un esfuerzo fallido, pero estoy segura de que aún tenía hoyuelos en las mejillas. 

  • Al cambio de vida. ¿Os acordáis, queridos míos, de cuando os dije que a los auxiliares en Reino Unido se nos considera estudiantes? ¿Sí? Pues yo no. Yo ya no lo recuerdo. Tuve que mirar la ISIC que tanto me costó conseguir para hacer memoria. Imagino que es solo cuestión de tiempo, mientras me asiento aquí y conozco más gente, pero por ahora mi rutina ha cambiado bastante. Esto es, comparada con la que era mi vida en Granada. No me quejo, o al menos procuro no hacerlo. El tiempo pasa, unas épocas se van y otras vienen, y además me considero muy afortunada de estar aquí, con las condiciones de las que disfruto y la que está cayendo en nuestro país. No todo el mundo, desgraciadamente, puede irse al extranjero con un buen trabajo, incluso si el contrato dura solo un año. Así que no me quejo...
...Pero echo de menos todo lo que comportaba mi vida como universitaria en Granada. No solo por el tema de tener más vida social, salir de fiesta cuando me apetecía y bla, bla. Echo de menos, por ejemplo, no poder ver a mis amigos cuando me da la gana, los planes que hacía con ellos y las cosas de las que hablábamos. Echo de menos el ambiente de la facultad, el cineclub o la piscina, echo de menos mi ciudad. Y también echo de menos la relativa despreocupación en la que vivía. Relativa, porque mis estudios y mi trabajo me preocupaban, y luego está el día a día con sus cosas...pero me hallaba en un entorno y circunstancias totalmente distintas, con las faldas de mami y el resto de la familia cerca. Y ahora no es así, y aunque creo que me las estoy apañando muy bien, muchas veces se hace cuesta arriba. 

  • A la convivencia. El balance en este apartado hasta ahora está siendo muy, muy positivo, diría yo, pero volvemos a lo que volvemos: no es mi casa. Y la gente es muy maja, pero cada uno tenemos nuestras personalidades, costumbres, rarezas y manías (y la primera de la lista yo, por supuesto). Para mí, que he vivido siempre en casa de mis padres y que, además, mantengo una relación extraordinariamente buena y cercana con toda mi familia, este es otro aspecto al que me he de acostumbrar. Para mí y para todos los que pasan por esta situación, por supuesto. No soy nada nuevo bajo el sol...
  • Al trabajo. En fin...aprovecho para decir que, por motivos de discreción, creo que por ahora hablaré muy poco de mi trabajo como auxiliar. Ese "muy poco" no incluye el nombre del centro educativo en el que me encuentro. Es decir, por supuesto que compartiré experiencias de vez en cuando, y también, probablemente, los recursos que voy ideando para las clases. Pero, por lo demás, por ahora prefiero ser prudente. Es un rollo, pero hoy por hoy es la decisión que he tomado. En el blog, claro. En privado, para amigos y familia, ya es otro cantar. ;)
En cualquier caso, esta es la primera vez que trabajo fuera de casa, con un horario marcado...y con clases de verdad, de las de muchos alumnos a la vez. Y, como en botica, hay de todo. Hoy por hoy, no obstante, me está yendo muy bien gracias a mi esfuerzo porque así sea y a una plantilla muy amable. No obstante, aún me encuentro en proceso de adaptación.

Y, en fin, a base de tanto escribir, hemos llegado al final de la entrada y a la explicación del título que la corona, que quizá ya sobre. O quizá no. 

...Aun a riesgo de sonar ingenua, creída o sencillamente boba, yo siempre había pensado que, por mis estudios, lo tenía mucho más fácil que muchas otras personas para irme a vivir al extranjero y adaptarme sin problemas a la experiencia. Bueno...y supongo que no dejaba de estar en lo cierto. Normalmente, los de TeI llevamos un nivel de idiomas superior al de la media, y además entramos a la carrera con el chip de salir de España puesto. Muchos de nosotros lo comentábamos en la facultad:

-No nos vamos (solo) por la crisis. 

Nos vamos porque queremos ver mundo.

Nos vamos porque queremos ensanchar nuestras fronteras.

Nos vamos, en definitiva, porque llevamos ese gusanillo dentro.

Así las cosas, yo siempre pensaba que para nosotros, los traductores e intérpretes, era pan comido el plantarse con los trastos en otro sitio y empezar a vivir en él. Hablo el idioma, elijo voluntariamente el marcharme, siento interés por otras culturas...cosa de dos o tres días que me encuentre como en mi casa, chico. Con los niveles de dificultad y nostalgia bajo mínimos. Y más en países como Reino Unido. Si esto es Europa, tío. Esto en la primera semana ya lo tengo yo como si llevara aquí un año.

Y una mierda. 

Una mierda muy mona, eso sí.

¿Le estará yendo mal a Ana?, os preguntaréis. No; es más, me está yendo muy bien, creo. Es solo que estaba equivocada. Por ansiosos que estemos por irnos, por mucho que coleccionemos países visitados como quien acumula sellos, obras de arte o máscaras venecianas, a nosotros también nos cuesta separarnos de lo conocido. Nosotros también nos sentimos nerviosos, también echamos mucho de menos, también sufrimos los acentos. También nos tenemos que adaptar. Y en esas estoy. La mayoría de mis compañeros de facultad pasaron por aquí al empezar la carrera, a mí me toca ahora. Qué le vamos a hacer. 

Pero ya no volveré a sacudir la cabeza cuando vea Españoles por el mundo y Pepito E. Migrante nos enseñe a su colonia de compatriotas en el lugar en cuestión. No digo que yo me vaya o no me vaya a liar a buscar españoles por aquí; solo digo que ahora les entiendo. No volveré a leer un reportaje sobre gente joven que se ha ido al extranjero única y exclusivamente por la crisis, gente que si pudiera se quedaría en España o directamente en su ciudad natal, y a pensar: bueno, hombre, hay que tener una mentalidad más internacional, no se puede tener tanto miedo. Porque si yo, que como digo tenía claro que me iba en cuanto me licenciase, estoy teniendo que hacer un esfuerzo, toda esa gente más todavía. Y me quito el sombrero por su coraje ante situaciones que ellos no planearon vivir.

En fin...esto es todo por hoy, amigos, pero prometo volver a dar señales de vida con regularidad, y no solo por aquí. Hay muchísima gente con la que me muero de ganas de hablar largo y tendido. Es solo que he necesitado, y necesito aún, algo de tiempo para organizarlo todo por aquí y empezar a rodar sola. Pero hasta ahora he tenido buena estrella, y a eso me agarro en los días un poco más difíciles. Para tirar adelante, y para recordar que tengo muchos motivos por los que dar las gracias.

La menda lerenda en Manchester, con ocasión de la primera jornada de orientación para auxiliares españoles. Ya os contaré...




martes, 11 de septiembre de 2012

Memorias neerlandesas: de la superación y otros milagros

Cada país tiene sus imágenes y tópicos personales, intransferibles y más o menos ciertos. Con España ya se sabe: sol, toros, fiesta, siesta, paella y cachondeo

Holanda no se queda sin los suyos, claro está. ¡Con todos ustedes...!

...tulipanes (junto a veinte mil flores más, todas baratísimas en los mercados!

...queso (con tiendas que parecen boutiques)!

...marihuana (aunque ellos no entran casi, las tienen ahí para flipe de los guiris)!
And, last but not least...

...Bicicletas.










Bicicletas.






Bicicletas.





¡BICICLETAAAS!

Sí, señor. A los holandeses les gusta más una bicicleta que a un tonto un lápiz. Otras cosas puede que no sean ciertas, pero esta sí. Vas al Hema, a comprar bolsas de marshmallows de un kg el pan, y ya de paso te puedes comprar una flamante bicicleta, pero claro, tú ya tenías una. ¿Se te ha roto la ídem? Llévala a reparar a una de los 100000000000000 talleres que imagino que tendrán.¿Ruedecitas para los niños? Será para los tuyos, que tienen sangre muggle; aquí los churumbeles nacen con la velocidad en la mirada. ¿Un lunes gris? No desesperes. Adorna tu bici con guirnaldas de flores y cestas preciosas y tira, que hoy puede ser un gran día. ¿Carriles bici? Carriles coche, más bien. Aquí montar en bici no es una opción, ni tampoco un privilegio. Es que te he dicho que te subas y le des a los pedales, YA.

Total, que cuando llegamos a Woudschoten, encontramos una jauría hermosa colección de bicicletas disponibles para desplazarse por las inmediaciones. ¡Alegría, jolgorio! Si se nos hubiese pasado una encuesta sobre el particular, estos habrían sido los resultados:

Digamos que yo nunca he sido muy buena en deportes y otras actividades físicas. Con la honrosa excepción de la natación, sí, pero por lo demás...


El patinaje sobre hielo nnnno es lo mío.
Bailar, bailo más o menos así...
Ser alta no significa que el baloncesto se te de bien...
...La verdad, cuando llegué a Holanda no sabía montar en bicicleta. La gente alucinaba.

-Mujer, eso es miedo que tienes -no, es conocer los límites propios.
-¿Pero es que nunca te han enseñado? -y hasta me trajeron una los Reyes. Pero vivo en el centro y sacarla a la calle era un rollo, ¿y he dicho ya que soy un paquete?
-Pero mira, si es muy fácil -ya, eso le dijeron a Napoleón cuando lo de Waterloo...

Total, que la gente hacía planes para ir en bici a la ciudad cercana, o a tal o cual rincón con encanto, y yo no podía seguirles. Como mucho, podían llevarme en plan paquete en la parte de atrás de la bici, cosa que de hecho hizo una de mis amigas. Desgraciadamente, aquí la que escribe pesa ya lo suyo y, además, la descarga de la mercancía presentaba ciertas similitudes, por lo demás inquietantes, con la del ganado...

Para ser sincera, esta incapacidad motora no es que me hiciese sentir muy mal. Soy una persona bastante conservadora en lo que se refiere a los huesos: me gusta tenerlos todos en su sitio y enteros...

...No obstante, durante la segunda semana del curso me propuse firmemente aprender a montar. Porque también soy esa típica persona que ve a fulanito hacer la cuadratura del círculo y piensa: oye, si él puede, ¡yo también!

¿Y sabéis qué? La verdad es que estoy bastante orgullosa de mí misma.

Día 1
(Aprendiendo con mi compañera de cuarto)
-Nee, Ana. Nee! Pas op met de fiets!!!!! Shit!
O lo que es lo mismo, después de la sesión y de camino al comedor:
-Pensaba que te romperías una pierna o algo. Sangre.
...Pero ya podía mantenerme sobre la bici y pedalear.

Día 2
(De prácticas con la bici, yo sola, por el perímetro de la residencia)
-Vaya, he llegado a la entrada. Bueno, voy a volverme, de ninguna manera podría seguir conduciendo hasta la ciudad, ahí afuera está la vida real.


...O quizá sí.
Algún día me mataré en una de mis aventuras. 
Pero no aquel día. 
Ahí afuera, amigos, me esperaba el mundo exterior, un cielo de verano sin nubes, una suave brisa en mi rostro, una sensación de libertad y superación personal como pocas veces la he sentido y el resto de ciclistas de Holanda. No son nada simpáticos, los holandeses, cuando van subidos a una bici y tú te interpones en su camino.
Incluso así, yo tuve suerte. Solo uno me dijo algo, y fue más bien un consejo, bastante amable, ya que yo no paraba de presionar los frenos para controlar la velocidad y no dejarme la vida en una carretera RECTA:
-Fiets gewoon! Fiets gewoon! -fiets gewoon? Ah, que vaya normal...¡eh! ¡Eh! ¡LE HE ENTENDIDO! 
¡Podía montar en bici y podía entender holandés! ¡No sé cuál es el mayor milagro de ambos!

Aquella tarde de finales de julio me salí en algún momento de la vía principal hacia Zeist, acabé por un camino de tierra bastante estrecho y solitario en el que bien podría haber estado esperándome el violador del bosque, llegué con el tiempo justo a la ciudad y después hube de volver pitando, ya que teníamos una conferencia y no debía faltar. Aun así, aparecí un poco tarde, sudorosa, con unos pelos lamentables...y una sonrisa de oreja a oreja.

Había vencido mis límites físicos, que para mí siempre han sido los más duros. ¡Y sin caerme ni una vez! 

Pero, sobre todo, aquella tarde de verano, yo sola camino a Zeist, con las manos crispadas en torno a los frenos, preguntando en holandés a los que pasaban si iba por el buen camino, haciéndome amiga de la bicicleta nº 59 de Woudschoten y más libre, más valiente a cada minuto que pasaba, volví a pensar que, en el futuro, todo iría bien. ¿Por qué no? Si era capaz de subirme a una bici y conducir hasta la ciudad más cercana en dos días, ¿acaso no es todo posible? 

A lo mejor consigo todo lo que me proponga.

Y fue uno de esos momentos, relativamente raros en cuanto dejas atrás la infancia, en los que eres feliz y no tienes miedo. Sin letra pequeña.

No os creeríais que os iba a soltar el rollo sentimental sin aportar pruebas gráficas...
Y este, queridos amigos, es el imperio que conquisté.
¡Mirad qué música tan bonita para releer esta entrada! 

¡Hasta la próxima, gente!

P.D 1 Otro día fui a Austerlitz con la bici. No con la nº 59, sino con otra. Es una historia que demuestra que segundas partes nunca fueron buenas y que NO da lo mismo cuál bici coges. 

P.D 2 Durante el curso, aprendí también a jugar al ping-pong y al sjoelen. En el zumba, por desgracia, terminó abruptamente este bello canto a la superación personal.






sábado, 8 de septiembre de 2012

Memorias neerlandesas: la comida (II)

¡Hola a todos, majos! Pues nada, es hora de cenar, y yo he vuelto a recordar mis ágapes holandeses. Esto comienza a ser algo recurrente...

Además, he conseguido otro gif de celebrities amantes del buen yantar. En realidad, solo por esto merece la pena marcarme otra entrada sobre lo mismo...
¿...Por dónde nos quedamos la otra vez? ¡Ah, sí! En la entrada de hoy, los dulces pasan a un segundo plano para concentrarnos nuevamente en lo salado, si bien la comida basura continúa en el nº 1 de las listas. Además, incluyo un caso de expediente X patentado en Bélgica e incluso le hago un sitio a un fantasma y a platos que yo prescindí de probar por lo melindres que soy la poca gracia que me hacían. Con un poco de suerte, si a lo largo de la entrada consigo recordar el nombre del sitio, incluso podré recomendaros un restaurante de cocina holandesa en Ámsterdam, y si no, tendréis que buscarlo vosotros mientras seguís leyendo sobre otros rincones que tuvieron el honor de saciar mi hambre. ¡Dentro post!

Febo...

...De lekkerste! Vamos, el más rico del mundo mundial, según ellos. Esta cadena le pilló el nombre al dios griego del Sol para invadir llenar Holanda, o como mínimo Ámsterdam, de maquinitas expendedoras de comida rápida. 

¿Que qué?

...Máquinas expendedoras, os digo.
Una imagen vale más que mil palabras, pero yo no callo ni debajo del agua. La cosa es muy fácil: elegís una guarrería, echáis las moneditas y hala, ya podéis abrir la ventanita y sacar vuestra comidita elección. Como podréis imaginar, muy sano no es y ni siquiera os saca mucho del apuro, porque es más un snack que otra cosa. Pero cuesta, como máximo, unos 2 euros. Y además es muy gracioso y a todos los guiris nos deja alucinando. Además, como salida laboral no está mal: os tiráis ahí todo el día encerrados en vuestra pecera-freidora, sacando una fritanga y comiéndoos la siguiente. La maquinita de la foto está en la Amsterdam Centraal, poco antes de salir, y para nosotros fue un poco la primera señal de que por fin estábamos en Holanda. 

¿Qué podéis encontrar en estas monadas? Un poco de todo...
  • Kroketten: justo lo que estáis pensando, solo que enormes; por eso las venden por unidad. Las hay de varios tipos: rundvleeskroket (vacuno), satékroket (rollo thai), e incluso groentekroket (de verduras). Lo suyo es añadirle una ración de patatas, o a la media hora pasaréis más hambre que el perro de un ciego. A nosotros nos vino bien, de todas formas, porque de repente empezó a llover a lo bestia, era la una de la tarde y en algún lugar había que meterse...por ejemplo, en el establecimiento que hay en una de las calles que salen a la Plaza Dam. Lástima que al resto de la ciudad se le ocurriese la mismitica idea.

Todo lo hago pensando en vosotros. En la servilleta pone dagelijks geproduceerd, es decir, producción diaria. Está bien saberlo, pero no hacía falta, me lo habría comido igual.
  • Frikandel: suena exótico, ¿eh? Pues yo, cuando supe que básicamente era como un flamenquín, los dejé para la siguiente visita. 
  • Burgers: tres cuartas de lo mismo, está bien pero nada que no conozcáis. Las hay de las clásicas de vacuno, con o sin queso, o también de kip (pollo).
  • Kaassouflé: una especie de bocadito de queso empanado o frito. No lo probé aquí, sino en una freiduría cualquiera del centro. Ni fu ni fa.
Haring
¡Arenques, arrr! Durante mis tres semanas en Holanda, vi hasta tres establecimientos: uno en Ámsterdam, en la explanada de la Museumplein, otro en Rótterdam (muy raro, ni que allí hubiese puerto alguno) y un tercero en La Haya. Y eso porque no miré con más atención, que si no habría visto más, fijo. En cualquier caso, no llegué a acercarme a ellos más que para cotillear. Que sí, que vale, que me encanta el sushi, pero qué queréis que os diga: esto, a diferencia de lo otro, huele bastante fuerte y no me entró a mí por los ojos. En fin, lo que sí puedo narraros es el manual de instrucciones: lo cogéis por la cola, abrís las fauces, con la cabeza ligeramente hacia atrás, y p'adentro.

Puaj.
Uitsmijter
¿Os he dicho ya que no me gusta el huevo en ninguna de sus variantes? Tonta de mí, ya que me pierdo uno de los puntos fuertes del typical Dutch: huevos fritos sobre rebanadas de pan de molde blanco y jamón york, con queso si así lo deseáis. He dicho huevos, sí, en plural. Uno, dos o tres, o los que menester fueran. Que no se enteren ellos de que vuestros culos pasan hambre. El típico plato que encontraréis en un eetcafé (cafeterías en las que se pueden tomar comidas sencillas). 

O lo amas, o lo odias...
Appeltaartje
¡A la rica tarta de manzana! Pero no la de cualquier sitio, hermosos. No, señor. De hecho, atención a lo que en holandés se conoce como luxe bakkerijen. Una bakkerij es una panadería, pero una luxe bakkerij es una pastelería, y no necesariamente de lujo. Simplemente, se le llama así, y algunas serán muy buenas, otras menos, otras normales, y otras directamente estarán al nivel del Tigretón y demás delicias empaquetadas. 
...Ah, sí, la tarta de manzana. Pues eso, gente, que no vale cualquiera. Lo suyo es que vayáis a Róterdam y preguntéis cómo se va a Dudok, café monérrimo con unas tartas que te mueres (y la de manzana es la especialidad, aunque ya digo que las otras también gritan cómeme y medra conmigo). La mera búsqueda ya habrá valido la pena: os daréis una vuelta por las calles del centro, a los guiris nativos les parecerá muy gracioso que vayáis preguntando por la famosa tarta y, si seguís el itinerario que hicimos nosotros, vosotros os lo pasaréis bomba con el nombre de este banco, nada ambiguo y desprovisto por completo de doble sentido en español:

Feel like a five year old. ¿Vosotros creéis que en España les iría peor que a Bankia, con ese nombre?
Que yo recuerde, la broma me salió por unos 4 €, compartiendo el trozo, eso sí. Podéis hacerlo tranquilos, llena un montón. Y está mú güena.


Stamppot
Hala, otro viejo amigo de la cocina holandesa. El stamppot hace honor a su nombre al ser un plato compuesto de una especie de puré de patatas acompañado de verduras tales como col agria, endivia, espinacas o zanahoria y cebolla (en el caso de estas dos últimas, hablamos de un hutspot). El tinglado suele acompañarse de bacon y salchicha ahumada o carne, si bien pueden encontrarse versiones vegetarianas. Yo comí una de estas últimas (el hutspot, ahora que lo pienso), con kaaskroketten, en un restaurante llamado... llamado... Argh, tendré que preguntar a mis fuentes. En cualquier caso, desde ya os digo que si bien mereció la pena, ya que era un sitio para sentarse y no cualquier rinconcete, el plato tampoco es para que se os vaya la olla. Pelín sosete. Como particularidad, lo probé un 26 de julio, santa Ana, y me tomé la visita a Ámsterdam como el mejor regalo posible, experiencia gastronómica incluida. Quizá la próxima vez me atreva con una versión más contundente, sans bacon, eso sí.
Me habría gustado añadir una foto propia, pero desgraciadamente está en mi móvil y no encuentro el cable USB. Mientras tanto, ésta, cortesía de Sobre Holanda.com.
Vaya, vaya. Sé que al principio de esta entrada os prometí más, pero empiezo a pensar que está quedando muy largo y ya se sabe, lo bueno, si breve...así pues, ¡os dejo a medias! Como Sheherezade al sultán en las Mil y una noches, como aquella pareja con la que la cosa se os fastidió cuando estaba a punto de caramelo...expectantes, vaya. ¡Pronto, la tercera y última entrega (lo juro) de este especial sobre comida holandesa! Stay tuned and nighty-night, lovelies! :)